Expertos en salud mental y profesionales de diversos sectores analizaron el estado de ánimo en la época covid desde diferentes prismas
Arrancar la quinta temporada de Líderes Cantabria requería una sesión especial tras la entrega de nuestros primeros premios y la presentación del ‘Diagnóstico Integral del Surf de Cantabria’. Bajo el título ‘¿Cómo estamos de ánimo?’, La Nave Q Late volvía a convertirse en punto de encuentro de profesionales de diferentes ámbitos, con especial presencia de sanitarios vinculados a la salud mental, psiquiatras y psicólogos. Ellos lideraban las seis mesas de trabajo en las que se fueron descubriendo o reencontrando, en algunos casos, los invitados en un auténtico ejercicio de ‘networking’ emocional en el que se analizaron la incertidumbre, la pérdida, la crispación, la evasión, la sociedad y cómo están viviendo los jóvenes y los adolescentes este último año y medio.
La cantautora Reyes Oña (@reyesoalday) abrió la sesión con un homenaje a Pau Donés, interpretando su tema ‘Grita’.
El evento comenzó con la presencia de la cantautora Reyes Oña, quien rescató el popular tema ‘Grita’, de Pau Donés con la que el artista solía decir que “abrazaba” a sus seguidores desde el escenario y “les tendía una mano ante las problemáticas cotidianas”. Con esta invitación comenzó la tarde para dar paso a Lucía Moure, la artista que ha diseñado el primer corazón de Líderes Cantabria de la temporada. La ilustradora santanderina se suma con su obra a ‘CREO’, la colección colaborativa a la que artistas cántabros suman sus interpretaciones. En este caso Moure relató que “los estados de ánimo se relacionan con los colores” y que “aunque siempre he sido muy detallista en mis trabajos, me acordé de la frase de un profesor que decía ‘menos es más’. Así salió esta explosión de colores que todos sentimos, seas un líder o no”, explicó la joven.
«Somos vulnerables»
La ponencia principal la protagonizó Jesús Artal, Jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Apoyado en imágenes que daban sentido a todo su discurso, reflejó que “como sociedad podemos superar muchas situaciones difíciles; pese a que a veces parezca imposible; aunque casi siempre conlleve sufrimiento físico y, sobre todo, psicológico. Porque somos vulnerables, pero también somos fuertes”. En su opinión, “el objetivo, teniendo en cuenta la larga duración de esta crisis, es evitar a toda costa llegar a la fase de agotamiento, de la que pueden derivarse consecuencias para la organización y para nuestra propia salud”.
Al tiempo que señaló el “optimismo, como herramienta fundamental”, para superar los malos momentos. Ahondó en la realidad del colectivo médico –recordó que, en la primera ola, 200 profesionales fallecieron en nuestro país– y dio datos reveladores como que, según la Confederación de Salud Mental en España, “el 6% de las personas con un trastorno mental grave necesitaron ingresar en la Unidad de Agudos y el 21 % tuvo que aumentar la medicación”. Mientras que “en población general, no afectada por el covid ni por un estado de cuarentena, las cifras de malestar psicológico, sobre todo angustia, llegan al 30%, siendo más grave en un 5% de la población”. Sin duda, sus palabras fueron un golpe de realidad.
Testimonios de superación
Tras su ponencia dos testimonios reflejaron cómo el estado de ánimo es un material frágil y pende, en ocasiones, del caprichoso destino. Enrique Conde, presidente de la CEOE y responsable de Soningeo, contó “cómo el 23 de julio 2008 se quemó nuestra nave”. Algo que ya había vivido antes, en 2003, “pero fue menos aparatoso”, recalcó. Le impactó que en esa segunda catástrofe “las llamas eran de 10 metros o más. Al volver al día siguiente estaba todo calcinado”. Eso sí, reconoció que le ‘salvó’ su tranquilidad, “relativizo mucho las cosas y fui capaz de dormir aquella noche. Nunca me ha fallado ni la salud, ni los amigos, ni la familia, y eso me parece mucho más importante que lo material”, expuso. Con sus genes de emprendedor, “me planteé que había que levantar la empresa otra vez. Éramos 55, prometí no echar a nadie y lo cumplí. Cuando vi a los trabajadores llorando, reconozco que tuve un momento de debilidad”. Curiosamente define su recuerdo como “bueno porque me ayudó a relativizar respecto a otras situaciones más complicadas que hay en la vida”.
Algo más personal fue la historia de María Ángeles Pérez Ruiz, profesora del Colegio Agustinos, que remontándose al 28 de septiembre de 1975 relató cómo una bombona de butano explotó en su casa, “se cayó, desapareció por completo. Tenía 8 años, noté un golpe y que no me podía mover. En esa situación pensé que se trataba de un terremoto. Recuerdo llamar a mi hermana que dormía en la litera de encima y no me contestaba. Entonces supe que se habían muerto mis tres hermanos, éramos cinco, pero tuve esa intuición. Llegó la policía y me sacaron, trasladándome al Hospital La Paz, con Franco en la planta de arriba, el contexto histórico era importante. No me dijeron nada. Hay una frase que digo mucho, “sé que las cosas pasan por algo”. Mis padres y abuelos se salvaron diría que por casualidad”.
“Me ha salvado no tener Internet y lo digo de corazón, porque he estado mucho tiempo sola, conmigo misma, sin estar buscando determinadas informaciones que a lo mejor no me ayudaban. No sé qué me ha salvado realmente, pero en mi casa, nunca jamás en la vida, nos han comparado nunca con mis hermanos. Le he dado siempre muchísimo valor. Mi madre era una mujer de bandera, pesimista, porque la vida le ha dado muchas ‘leches’… Mi abuela materna se despeñó en una excursión, su marido se murió de un infarto cuando caminaban juntos por la calle. Uno tiene que tener la mente muy abierta y esa sensación de esperar hay algo detrás que merece la pena. No te rindas”, compartió.
Trabajo grupal
Con los corazones encogidos comenzó el trabajo de los grupos. La responsable de Líderes Cantabria, Leticia Mena, pidió a todos que reflexionaran y pensaran “qué proponéis hacer para ayudar a las personas que estén pasando por esas situaciones. Y así se rompió el silencio y comenzaron los corrillos a ‘echar humo’. Una cuenta atrás imponía el ritmo y los apuntes se sucedían con los consensos de unos y otros. Sabían que pasado el tiempo compartirían con el resto sus conclusiones, como marca la esencia del proyecto.
Juan Luis Martín Ayala, decano de Psicología del Universidad Europea del Atlántico, portavoz del grupo encargado de la evasión-, apuntó la importancia de la “prevención primaria”, pues los datos señalan que ha habido muchas problemáticas por grupos de edad y los más pequeños o jóvenes se han visto duramente afectados. En cuanto a la evasión en sí durante la pandemia indicó que “lo hemos hecho a través de recursos que quizá no eran los más adecuados”. Aunque quisieron quedarse con una visión positiva que incluía “tomar distancia de la información, el hecho de trabajar y disfrutar de ello, reflexionar de forma personal y emocional, y dialogar”. Destacaron que “la calidad empieza en uno mismo, con dedicación de tiempo de calidad; y eso es lo que nos permite poder ayudar a otros”.
Niños y adolescentes era el reto que el equipo de la psicóloga Alicia Aldonza. Trabajando en opciones y soluciones, apuntaron al control de las redes sociales porque, aunque están muy bien, han hecho mucho daño”. Destacaron la importancia de la “conciliación familiar y la necesidad de compartir tiempo de calidad con los pequeños, dando valor a la escucha activa”. Aunque indicaron que la salud mental es cada vez más visible, pidieron “más recursos humanos y materiales dentro de la atención sanitaria”. España dedica apenas un 4% de la inversión en Sanidad a esta área.
Aldonza y sus compañeros de equipo no se olvidaron de la Educación y de la importancia de que haya “más psicólogos educacionales en los centros”. También habló de las rutinas y compartió “la regla de las tres D: dieta, descanso y deporte”. Con los niños “están muy bien los límites, siempre que haya una disciplina con amor”. Llegaron a la conclusión de la necesidad de “crear canales de comunicación activa entre adolescentes y adultos que permitan expresarse para acercarnos más ellos. Tenemos que ayudarles y que sean conscientes de que pueden salir adelante, pero hay que darles herramientas”.
El peso de la soledad
Por parte del equipo azul, el psicólogo y sexólogo Carlos San Martín de CIPSA fue quien compartió las ideas en común sobre la soledad, que definió como “ausencia de vínculos”. Los estudios sobre la materia no llegaron hasta los años 70, con el psicólogo Weiss como referente, que distinguió entre dos tipos de soledad. Por un lado, “la emocional que percibimos por la ausencia de vínculos de calidad, por tener apegos inadecuados que hacen que nos sintamos solos (loneliness)”.
Muy distinta de la otra variante, “la soledad social, que tiene que ver con lo relacional, el formar parte de un grupo de personas con las que interactuar, no tenerlo nos llevaría a estar solo (alone)”. San Martín aludió a emociones como “la tristeza o el miedo” para recordar la soledad de los mayores durante la pandemia, incluso los fallecimientos sin el calor de los seres queridos. También cambiaron el prisma hacia lo positivo y destacaron que la soledad como “emoción elegida es una forma de disfrutarnos”. San Martín concluyó la exposición del equipo azul con la sentencia “mejoremos la calidad de nuestros vínculos y asegurémonos de estar bien acompañados”.
De la crispación se ocupó el equipo verde, con Irene Palacios, de Ascasam, como portavoz. Empezaron por identificar si habían estado o no crispados en esta vorágine compartiendo experiencias. A la hora de detectar los generadores de esta emoción negativa señalaron “a los medios de comunicación, al exceso de redes sociales y a la sensación de ser ‘conejillos de indias’ durante los últimos meses”. Pensando cómo prevenir la crispación, convenían que “la comunicación en positivo, especialmente con familiares, era muy beneficiosa”. Eso sí, indicaron que era importante “ser consciente de lo que nos afecta porque la vida va muy rápido. Tenemos que pararnos, respirar, pensar… Es importante identificar qué está pasando a nuestro alrededor para buscar soluciones”. La vocación periodística de Leticia Mena salió en defensa de los profesionales de los medios “que lo están haciendo bien, con información de calidad, lejos de las ‘fake news’ o el ‘clickbait’” y alabó a los profesionales con los que trabajan en El Diario Montañés y que no publican nada sin contrastar.
Yolanda Díaz Real, de Funcantabria, uno de los mecenas de Líderes, fue la voz de la mesa teñida de amarillo. Coincidieron en que “la pérdida no es sólo despedir a un ser querido. En pandemia hemos perdido tiempo, confianza, empatía…”. Este duro sentimiento “genera dolor, estrés, incertidumbre, ansiedad”. Plantearon que se “echa en falta recursos a nivel psicológico, más en casos de personas con menos poder adquisitivo”. Lanzaron la idea de “crear redes sociales de grupos de acompañamiento”, así como nuevas empresas que se dediquen “a ayudar a quienes lo necesitan”. La empresaria señaló que “el tema de la muerte es tabú, el hecho de no hablar de ella hace que no seamos capaces de enfrentarnos a lo que supone con naturalidad. Si fuéramos conscientes de que la vida va a tener fin, viviríamos de otra manera”.
«No pensar demasiado»
Cerró las conclusiones el equipo rosa con Silvia Aparicio, Vicerrectora Académica de la Universidad Europea del Atlántico, para compartir visiones sobre la incertidumbre. “Es necesario hablar de estas cosas, pero no pensar demasiado sino también actuar”, inició en su intervención. Recopilaron habilidades para superar esta sensación incómoda, “a nivel individual: aceptar la realidad; ponerse en valor; cuidar cómo nos hablamos a nosotros mismos; perder el miedo a fallar; practicar deporte y alimentarse bien; la autovaloración; practicar ‘mindfulness’”. Desde el punto de vista colectivo señalaron “la importancia de marcarse tiempos; ayudarnos en vez de competir; apoyar, crear e implementar espacios de salud”. Como resumen, hizo hincapié “en no pensar tanto cada vez que tengamos incertidumbre y ansiedad; y actuar planificadamente”.
“Hemos aprendido mucho durante estos meses y lo que nos queda, pero después de oíros creo que hemos hecho algo importante: hemos salido del armario emocional. Como sociedad juntos podemos ayudarnos. En Cantabria hay grandes profesionales y mucha gente generosa y creo que, si nos pararnos a pensar en las cosas importantes de verdad y actuamos, podemos crecer como sociedad”, aseguró Leticia Mena antes de despedirse. Y, cómo no, la música volvió a sonar y dejarnos una sensación única con la voz de Reyes Oña y su tema ‘La Resaca’, que surgió en el confinamiento y con cuya letra “se metió en la cabeza de todos nosotros”. ¿Resultado? Encogernos el corazón de Líderes Cantabria, que volvió a latir en La Nave Q Late y que promete próximos encuentros igualmente inspiradores. ¡Hasta pronto!