Un fascinante artículo de National Geographic sobre «una insólita piscina natural» de Cantabria en la Costa Quebrada, destacando en particular la playa de La Arnía, en Liencres. La revista reconocida internacionalmente detalla cómo las estructuras geológicas que brotan del mar tienen raíces que se extienden hasta el periodo Cretácico, aproximadamente 100 millones de años atrás.

Pero Costa Quebrada no se limita a La Arnía. Entre sus bellezas se encuentran la efímera playa de Covachos, que se oculta y reaparece con el flujo de las mareas, y otras joyas costeras como la playa de la Virgen del Mar, San Juan de la Canal, Portio, Cerrias, Somocueva, Canallave y las majestuosas Dunas de Liencres.

Esas esculturas geológicas que emergen del mar parecen salidas de una leyenda. Su antigüedad es innegable, remontándose a los tiempos del Cretácico, cuando la Península Ibérica giró en su eje respecto al continente, creando espacio para el mar Cantábrico y dando lugar a las peculiares abrasiones y pliegues que hoy caracterizan la Costa Quebrada. Este es el origen de las piscinas naturales que decoran la Playa de Arnía, en Liencres.

Sorprendentemente, este paisaje, que desborda un encanto salvaje, se encuentra a tan solo media hora de Santander. Además de la Playa Arnía, la cercana playa Covachos, que emerge y desaparece con las mareas, y otras magníficas playas, como la Virgen del Mar, San Juan de la Canal, Portio, Cerrias, Somocueva, Canallave, y las Dunas de Liencres, el mayor sistema dunar de la costa Cantábrica, engalanan la región.

ARNÍA: JOYA DE LA GEOLOGÍA

Cada playa de Cantabria tiene su propio encanto, pero quizás la más emblemática es la playa de Arnía. Junto con sus compañeras, forma parte del Parque Geológico de Costa Quebrada, un espectáculo de paisajes, acantilados, mar y geología que se extiende a lo largo de unos veinte kilómetros.

El Parque Geológico de Costa Quebrada se inicia en la playa de La Magdalena en Santander y culmina en la playa de Cuchía, en Miengo, configurando un panorama maravilloso.

El impacto de la erosión marina, la lluvia, los vientos y el flujo de agua superficial sobre la roca han esculpido un paisaje geológico singular que nos transporta a eras pasadas. En los acantilados y las plataformas de abrasión se puede leer la historia geológica de la Tierra. Geología y belleza se unen en la playa y las piscinas naturales de Arnía.

LA PLAYA DE ARNÍA Y SU PREHISTÓRICA PISCINA NATURAL

Las rocas afiladas que emergen del mar, como dientes de fósiles prehistóricos, se conocen como farallones. Son estratos de caliza que surgieron tras sedimentarse en el fondo marino hace millones de años, y dotan a la playa de Arnía de un aspecto único, como si una muralla de piedra intentara resistir el embate del Cantábrico. El panorama desde la fina y dorada arena es simplemente espléndido.

Antes de poner un pie en la arena dorada de la playa, lo que llama la atención es la plataforma de abrasión que se extiende a la izquierda del camino de acceso a Arnía. La plataforma se ve como una serie de finas líneas paralelas, dibujadas sobre el paisaje, que crean una piscina alargada que se llena constantemente con el flujo de las olas y la marea.

La plataforma de abrasión de la playa de La Arnía está compuesta por capas de margas erosionadas y calizas resistentes. El resultado es una piscina natural exótica y alargada, con un aire prehistórico, donde bañarse se convierte en una aventura.

Los atardeceres de la Costa Quebrada

Además, el ocaso añade un toque mágico a esta parte de la Costa Quebrada. Esto le convierte en uno de los mejores lugares para ver el atardecer en Cantabria, el cielo se ilumina con una luz especial y colores intensos y rojizos que otorgan al paisaje una atmósfera épica incomparable. El tiempo parece detenerse para el planeta, y los bañistas se convierten en meros espectadores de esta maravilla.